El crepúsculo quieto de un viernes. Otra vez,
la luz malva, ahora es azul y no calienta,
el polvo baila en el aire
a pesar de que horas atrás quise matarlo.
Oigo a lo lejos, gente,
murmullo lejano que no está,
porque el mundo son estas paredes,
pegajosas,
tristes,
inertes.
Todo lo demás no existe,
lo digo y me quedo tranquila.
Nada más existe.
Entonces permanezco sentada...
mientras tanto,
entre tanta soledad.
Sintiéndome una poeta de palabras efímeras
que no puedo escribir,
y lo intento,
pero se van,
y así
dejan de ser bellas.
Recito sola,
a veces feliz,
como si alguien me escuchara,
me viera,
me sintiera...
y lo creo,
con todas mis fuerzas,
para evitar sentir que también muero.
Y hoy quisiera compartir entre vino,
pensamientos
y risa
y memoria
y no quedarme aqui
compadeciendo,
ensombrecida,
matando la verdad de mi poesía
que solo escribo hoy,
para que alguien me oiga.
Tremendamente inspirador. Esta bien chingón tu blog, me encanta lo que escribes.
ResponderEliminar¡Sigue colaborando en mi blog porfavor!