jueves, 28 de agosto de 2008

BAJO EL CIELO DE EDIMBURGO

Te hablaba de un libro que había leído,
de la música de tus dedos jugueteando con el vaso,
de tu sonrisa casi casi imperceptible
pero grandiosa, te hablaba de ese viaje,
de ese sueño intermitente,
hasta de los mosquitos y la hiedra del jardín.

y cuando juntaba mi rodilla a tu pantalón
y parpadeaba mientras intentaba acercarme también te hablaba
para de algún modo descifrar el fuego policromo
que tus ojos destellaban, te hablaba
y parecía que estaba junto a ti como una sombra,
como la silueta ondulante de una mujer que se aleja,
mujer-pájaro,
mujer-lirio,
mujer-verso

Aquella tarde húmeda quería decirte tantas cosas,
susurrarte el oleaje breve de la locura,
el velo de la sencillez, de la insensata espera de tu boca enmudecida
de tu infinito sabor,

intentaba desnudar mis palabras
para que escucharas las campanas, la corriente
y los latidos, la esperanza de mi sangre, de mis senos,
de mi eco fantasmal y mi perfume.

Sin embargo, bajo el danzar de hojas
y del viento
solo fui capaz en ese instante
de hablarte de un libro que había leído.

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