domingo, 21 de septiembre de 2008

Ahora era tan suave y lejana como la brisa,
y se perdía, también, y se alejaba de mí.
Yo la veía y alargaba la mirada lo más que podía hasta desnudarla
y clavaba en sus huesos una risa complacida,
solo así me sentía más fuerte,
desde la ventana, desde esa altura y ese cielo interminable,
solo así la veía, sólo así la poseía, cada noche, cada instante flameante,
para recordarla después, desde la vigilia ,con un poco de amargura.

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