martes, 10 de junio de 2008

De madrugada en cada esquina

Una capa mefistofélica,
un par de botas "Doctor Martens"
bigote relamido, el ceño fruncido.
Pide una cerveza. Hay luna menguante,
el bar es estrecho, la calle sucia.

Es grosero y da tragos largos, sus ojos apagados
vislumbran un mundo estoico.

Una mujer lo mira o lo desea,
con la lengua recorre su labio superior,
luego tose
- ¡me gusta tu capa, demonio!-
y ríe
embriagada.

La luna se marchita,
las últimas copas,
un escote caído,
una capa enredada y un beso;
eso nos deja la noche:
un llanto, un solo llanto
amargo, sin música.

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